domingo, 25 de agosto de 2024

SENSIBLES Y DELICADAS COMO LAS MARIPOSAS, FUERTES Y RESISTENTES COMO LAS ÁGUILAS.

De esquina a esquina, con pasos en apariencia valientes que sin embargo no se dirigen a ningún lugar concreto, pasos que recorren una y otra vez el trayecto que de sobra les es conocido, entrelazando cuando pasan junto a los hombres que se hayan en ellas miradas comprometidas, anuncio de un edén repleto de erotismo.

Muchos de ellos las miran por encima del hombro, y otros les manifiestan mediante piropos soeces lo que en esos instantes se les pasa por la "CABEZA DE ABAJO", que no por la "CABEZA DE ARRIBA", lugar donde se les acumula en ese momento al paso de "LAS MARIPOSAS DE NOCHE" toda su sangre, convirtiendo sus cerebros en unos despoblados "PUEBLOS FANTASMA".

La jornada ha terminado y de camino a su habitación a eso de las siete de la mañana, esa habitación que tiene alquilada en la calle Constancia numero 9,  "Bella" se detiene un momento para coger aire y poder disfrutar durante unos minutos del sol que tímidamente comienza a salir para regalarla sus primeros rayos a cambio de ninguno de sus servicios.

Solo "EL SERENO" la saluda amablemente cuando se cruza con ella de regreso del club de alterne donde pasa todas las noches, una vez dentro y otras fuera de "él" de lunes a domingo para entregar lo recaudado.

¡Hola Bella!

¡Buenos días querido!

¿Muchos repelentes esta noche?

Unos pocos...

¿ Que llevas en la mano?

¡Los zapatos querido!

Ya veo...

¡No puedo más con ellos en los pies!

Normal.

Bueno "Bella", parece que ya nos retiramos los dos...

Eso parece.

¡Hasta mañana vida!

¡Hasta mañana "Bella"!

"Bella", si, muy bella, continúa caminado descalza, con paso firme, sola porque nunca ha necesitado ir colgada del brazo de un chulo de barrio, unos pasos que la conduce hasta llegar al portal donde se encuentra su pequeño refugio, mete la llave, abre, empuja la puerta con el hombro izquierdo a la vez que con la rodilla , y mientras lo hace una mueca de perversidad se dibuja en la comisura de sus labios cuando se le viene a la mente lo acontecido horas antes, recordando las palabras que uno de los clientes asiduos al local le susurraba al oído, palabras que no eran otras que ¡pero que bonitas piernas tienes ¿ a que hora abren?!.

Entonces, y solo entonces es cuando antes de subir las escaleras deja caer su cuerpo un uno de los peldaños, extenuada, se enciende un pitillo y ve como se refleja su silueta en el cristal de unas de las ventanas que dan a uno de los dos patios interiores de la finca, suspira a la vez que exhala y tose, se aparta el flequillo de la cara, y pasados unos minutos vuelve a levantarse, mira en el bolso para comprobar si los billetes arrugados como sus medias se hayan dentro de él, apaga el cigarro y llora, llora porque recuerda como mientras charlaba con uno de los tantos consumidores de su producto en un momento de la noche...

LA LLAMÓ SEÑORA.



 

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