HIJAS DE LOS TENDEDEROS, MIS RECUERDOS EN EL PREVENTORIO DOCTOR MURILLO DE GUADARRAMA.
Mi prima y yo dormíamos en unas literas, yo en la de arriba y ella en la de abajo porque según su madre mi tía, la hermana de mi padre con quien nos dejó a mi hermana Carmen y a mi para que nos criara, su hija tenía que ir al baño por la noche y además no le gustaba para nada subir una pequeña escalera de madera para llegar a la cama porque se mareaba muy a menudo por las noches.
Esa mañana me desperté orinándome viva, y sujetándome como podía con una mano entre mis piernas para que no se me saliese el pis, y con la otra en la barandilla de la litera porque una vez que subía a la cama para dormir la quitaban y la apoyaban en la pared de la habitación, bajé como pude y corrí al baño, bueno si es que se puede decir baño, ya que era un plato de ducha de color blanco, unas cortinas de plástico, un inodoro, un lavabo y un pequeño ventanuco, todo ello en menos de un metro cuadrado, corrí por el pasillo como alma que lleva el diablo y antes de llegar mi tía me cogió del brazo y me paró en seco, ¿ a donde vas?, a su pregunta le respondí que me estaba meando mucho, me soltó, me dejo orinar y nada más salir mientras me subía las bragas, me dijo, lávate las manos, vístete y ve al comedor a desayunar que tenemos tu tío y yo que darte una sorpresa.
Así lo hice, ¿ como para no obedecer?, una vez sentada en la mesa frente a mi prima con la cual me llevo tres meses ya que tenemos la misma edad, unas galletas, mantequilla, botella de leche marca Collantes, de esa que anunciaban en televisión y su eslogan era que si la bebías te hacías gigante, pues bien, mi tía me miró a los ojos y me dijo, mira Pepi, estas muy enferma, tienes una mancha en el pulmón es lo que nos ha dicho el médico y tenemos que llevarte a un lugar muy bueno para que te cures y no vuelvas a coger más bronquitis, donde te van a cuidar muy bien, donde mi hija, tu prima Paquita irá contigo y nosotros iremos a veros todos los fines de semana que admitan visitas de familiares.
Yo no entendía nada, solo se me ocurrió preguntar que cuando me iba a ir, que si Carmen mi hermana venía conmigo y cuanto tiempo iba a estar.
A todo me respondieron, a cuando me iba a ir me dijeron que esa misma tarde, a que si Carmen me acompañaba, que no, y a cuanto tiempo iba a estar, que no lo sabían exactamente porque dependía de lo que durase el tratamiento.
Empecé a untar la mantequilla en las galletas y a mojarlas en leche, solo se escuchaban las cucharillas golpeando los vasos de cristal de removiendo el azúcar con el cola cao, porque el silencio que se produjo tras esa conversación fue tan atronador, que sentí en mi diminuto cuerpo que algo no iba bien para mi.
A la salida del colegio me estaban esperando en su SEAT 600 los tres, mi tío al volante, mi tía en el asiendo de al lado y mi prima Paquita en el asiento de atrás, todos me recibieron muy sonrientes, me abrieron la puerta, deje mi plumier, mis cuadernos y un único libro que llevaba esa tarde a mi tía, y me senté junto a mi prima.
Nada más arrancar el coche, toda una maquinaria creada por mentes insanas se puso en marcha para comenzar a deshacerse de mi.
Si EDGAR ALLAN POE hubiera coincidido conmigo en la misma época y conociese mi historia y lo que aún me deparaba el destino, su mente maquiavélica no le hubiera llegado ni a la suela de los zapatos de mis dos tíos incluida su hija.
El camino hasta donde me llevaban se me hizo muy largo, aunque el paisaje era muy entretenido y bonito. Nada más llegar y mirar por la ventanilla lo que vi me dejó estremecida, mis ojos no paraban de parpadear, al ver algo que jamás había visto en mi corta vida, era tan monstruoso, tan gris, tan grande, que pensé ¿ quien puede vivir en este terrorífico lugar?.
Nos estaban esperando un señor que luego supe que era el director, una enfermera y una señora de aspecto siniestro, con gafas, con falda negra, camisa del mismo color y zapatos planos abotinados con cordones.
Bajamos del coche y me pusieron una maletita pequeña en la mano, miré a mi prima pero a ella no la dieron nada, bueno, pensé, tal vez no nos haga falta tanto y lo de las dos vaya todo junto, pero no eran sus planes esos, no, sin verlo venir la señora de aspecto perverso me agarró con fuerza, me asusté, la enfermera me quitó de la mano la maletita, me introdujeron dentro del edificio, el director cerró las verjas de hierro enormes que unos minutos antes se abrieron para recibirnos, vi como se metían nuevamente en el coche mi tío, mi tía y su hija, como se alejaban de mi mientras mi prima desde la ventanilla y con la cabeza fuera de ella me sonreía.
Mi primera lección, lección que me ha acompañado el resto de mi vida, porque mi vida ha estado rodeada únicamente de "DESPEDIDAS SIN BESOS, EXENTAS DE LA PALABRA ADIOS, SIN ABRAZOS, SIN UN NOS VEMOS PRONTO", de" TRAICIONES", de" ENGAÑOS" de "MENTIRAS", de "PROMESAS SIN CUMPLIR".
En mis primeros años de vida me criaron desconocidos para mi, a ratos, con diferentes personas, y cuando recuerdo esos momentos el corazón se me encoje porque siempre me veo llorando, sola, enferma, con una camiseta y sin braguitas, ¿ que años podía tener?, no sé, solo sé que ¡ME DOLIA Y MUCHO LO QUE SENTIA!, aunque también he tenido ratos inolvidables que consiguen arrancarme alguna que otra sonrisa ahora de adulta, ratos donde mis mejillas rojizas y mugrientas por falta de agua para higienizarlas, esperaban a que algún alma caritativa les pasaran un pañuelo y así tener una escusa para lavarlo, donde mis ojos grandes miraban al mundo de más allá de la corrala donde de muy pequeña me dejaban de vez en cuando, en donde veía colgar bragas de las llamadas cristianas, y calzones blancos en forma de bombachos, en unas cuerdas donde al otro extremo siempre estaba un ser humilde, entrañable y robusto, de pechos grandes y bata de color indefinido, el cual intentaba disimular sin conseguirlo la inmensa barriga de niñera, esa barriga que un día fue hogar de hijos deseados, de más de dos, de mas de cuatro, y de otros muchos unos de su sangre y otros de acogida ( como yo) porque no quedaba otra que echar una mano a las madres maltratadas de turno las cuales no tenía con quién dejar a sus hijos para irse de madrugada a ganarse el pan, un pan, pero un pan de verdad, el autentico " PAN BENDITO".
Agarrada a los barrotes de madera como otros tantos niños y niñas, esperaba a que me obsequiaran con una de sus dulces miradas, o una sonrisa de esas de oreja a oreja o de boca a oreja, que hablar se hablaba de todo y mucho o se gritaba por eso de estar lejos de los que habitábamos enfrente, donde el nudo de las cuerdas terminaba su camino haciendo tope en cualquier clavo recogido de los estercoleros que nos rodeaban.
Unas sonrisas envueltas en un calor gratuito de los de verdad, donde asomaban modestos unos dientes desaliñados pero divertidos a la vez, que aún privados desde hacía tiempo de sus facultades para el oficio que fueron creados seguían orgullosos levantando el decorado en cada mueca, en cada risa, en cada obertura o preludio de la opera de sus marginales vidas.
Y entre paño y paño de cocina, entre braga y braga, entre calzón y calzón, entre mantel y mantel cubierto de lamparones y mandiles demasiado usados, te hacían llegar sujetas con unas pinzas de madera gastada y muelles oxidados, a nosotros los abandonados, los olvidados e ignorados, a todos esos que tanto ese tal dios quiere y que por eso hizo tantos, unos caramelo que nos compraban con lo poco que tenían para vernos vivir, y de vez en cuando alguna que otra fantasía para tener algo por lo que hacerlo....
UN LUGAR EN DONDE NO SE GUARDABA NADA PARA UNA OCSIÓN ESPECIAL, PORQUE VIVIR YA ERA UNA OCASIÓN ESPECIAL.
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