MIS RECUERDOS EN EL PREVENTORIO DOCTOR MURILLO DE GUADARRAMA....
Una, una y media, dos, dos y media, tres menos cuarto, tres menos cinco y tres.
Cuando íbamos a los lavabos a hacer pis, se ponían en la puerta las CUIDADORAS, y la manera de hacerlo era, mientras las escuchabas contar... una, una y medía, dos, dos y media, tres menos cuarto, tres menos cinco y tres, y tenías que salir corriendo como fuera, subiéndote unas bragas que te obligaban a poner, las cuales se sujetaban a tu cintura mediante un cordón que si no te atabas bien el lazo se te resbalaban hasta las alpargatas, aunque muchas niñas más pequeñas que tú salían con ellas aún bajadas, tropezando y cayéndose porque no se las podían atar con tampoco tiempo, y claro se llevaban una soberana bofetada.
Nos trataban como sacos de boxeo, derramando sobre nuestros diminutos cuerpos toda su rabia, y como en la película "COMETIERON DOS ERRORES", el primero fue ahorcar al hombre equivocado y el segundo no comprobar que lo habían matado, me acordé de uno de mis apellidos que no es otro que FRAILE y pensé, queridas ( refiriéndome a las cuidadoras) " CON LA IGLESIA HABÉIS TOPADO", y mi mente a partir de entonces dedicó todo su tiempo a maquinar como salir de la prisión donde me habían metido.
Era pequeña, pero pensé ya creceré total todo es cuestión de tiempo, ya creceré, pero si sobrevivo a tanta paliza física y psicológica, entonces seré yo quien maneje los hilos, y mira por donde continuo respirando para desgracia de muchos, y ahora los que en su momento me pusieron en las manos unas manoplas, unas manoplas que no las utilicé jamás para protegerme del frio, sino para preservar mi cara de los golpes que me propinaban, nunca fueron conscientes de que estaban creando a la mejor PUGIL del mundo.
Cansada de recibir patadas de los sparrings que la vida ha ido poniendo en mi camino, aquellos que solo deseaban una cosa, que desapareciera de sus vidas, me enfundé una careta y una concha protectora, aprendí a manejar los tiempos, a percibir el peligro, supe en cada ROUNDS, no solo a estar, sino también a salir cuando me acorralaban entre las cuerdas, y con la fuerza de un "TORO SALVAJE", soltarle a la vida que me habían obligado a vivir un implacable JAB o GANCHO AL CUERPO, pillando por sorpresa a esos que en ningún momento se les pasó por sus enroscadas cabezas que sabía pensar, que mi inteligencia natural, valiente y osada, tarde o temprano sería capaz de destrozar sus lamentables, penosas y ridículas vidas.
Dejé de sentirme una victima y me dije, ahora Josefa ha llegado el momento de defenderte porque la vida te está poniendo a prueba, demuéstrala de que estás hecha, ya has llorado demasiado, ahora toca dejar de ser fuerte, ahora toca no ser inteligente, ahora toca adaptarte a los cambios y sobrevivir, porque cuando salgas de aquí tu hermana Carmen te estará esperando.
A partir de entonces me volví invisible, pasé desapercibida ante los ojos de quienes tenían ORDENES DE TRATARNOS MAL ( LAS CUIDADORAS), dejé de jugar a las tabas, y a los alfileres de colores, me comía las lentejas y las judías con gusanos sin parpadear, me tomaba todas las pastillas que todos los días nos daban en las comidas y cenas, me mordía los labios, si, pero mis ojos no soltaban ni una sola lágrima cuando me introducían varías veces a la semana una aguja para sacarme sangre, no tuvieron las CUIDADORAS que volver a obligarme a comerme lo vomitado ya que yo misma lo hacía sin que se diesen cuenta, eso sí la única cosa que no consiguieron es que me aprendiera el rosario y rezar en misa, porque ir no tenia mas remedio que ir pero ¿ rezar?, no, eso nunca lo hice.
Pan, membrillo y chocolate esa era la merienda, una merienda que te daban después de haber estado tres horas de siesta, una siesta en la que no podías dormirte, ni moverte en la cama, ni meter los brazos bajo la sábana, si lo hacías venía la CUIDADORA y te preguntaba porqué te habías movido o si te pasaba algo y tortazo que te crió.
¿Estudiar?, no recuerdo haber estudiado, pero si que después del desayuno nos llevaban a todas a un salón muy grande donde tenías que estar callada y sentada en el suelo, y de vez en cuando venía el director con una CUIDADORA , se llevaba unas cuantas niñas y así pasábamos las mañanas hasta la hora de conducirnos al comedor.
PORQUE LLORAR SIN QUE NADIE LO SEPA DUELE, Y TENER QUE FINGIR PONIÉNDOTE UNA MÁSCARA DE FELICIDAD CADA DÍA, DUELE MUCHÍSIMO MÁS.
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