EL SECRETO DE HORNACHUELOS
CAPITULO CUARTO
Sigo acudiendo cada domingo a Lhardy a tomar el aperitivo.
Me enseñaste los rincones mas adorables de Madrid, donde compartimos momentos inolvidables.
El simple echo de entrar a un mundo con fragancias a historia, que me trasportaban a lugares donde tu estuviste antes que yo y que en ese momento no te importaba compartir conmigo.
Carrera de San Jeronimo numero 8, fundado en 1839 por Emilio Huguenin Lhardy, me comentaste que la puerta era de caoba antillana realizada por Rafael Guerrero en 1885.
Te sigo añorando sobre todo cuando llego y sigo sintiendo tu presencia, y con mi descaro de siempre, ese que tanta gracia te hacia, al que no estabas acostumbrado y voy y pido unas barquitas de ensaladilla rusa ,y tomo unas croquetas con un caldo que sale de los grifos de plata de tan entrañables recipientes que siguen impasibles ante el paso de los años, dejandose acariciar por las manos de miles de personas que no saben su historia, pero que amablemente les siguen sirviendo como siempre con la misma clase de hace un siglo.
Solo tu y yo sabemos la ilusion que en mi forjaste.
Las madrugadas frias en la puerta del sol tomando unos churros con chocolate en San Gines.
Te enseñe a amar las cosas sencillas de la vida, lo barato, lo asequible, con poco presupuesto y tu me regalaste tu amor incondicional.
Las pasiones por mucho tiempo que pase, siempre se hayan encendidas si uno de los dos protagonistas no dejan que se olviden.
Pasear de la mano, las pequeñas cosas que vivimos cada momento, ahora que te siento ausente, no quiero olvidarte, e intento recordarte cada instante.
Solamente si tienes suerte encuentras a alguien con quien compartir momentos exclusivos, extraordinarios que no puedes olvidar nunca.
Y luego... paseo por el rastro, sardinas asadas con mucha sal gorda, y la plancha humeante sucia como la madre que la pario, pero exquisitas.
Y esas raciones de caracoles en la plaza de Cascorro.
Cotillear por los puestos hasta Embajadores, adquirir pomos de puerta de bronce y planchas de hierro, regatear, terminar cansados pero orgullosos de haber conseguido unas pocas cosas viejas una vez regateado hasta conseguir una rebaja en el precio.
Tu piensas que el dinero todo lo puede comprar, no basta todo el oro del mundo para comprar toda la felicidad que me regalaste durante esos años.
¿Donde esta la vida?
¿Como puedo cambiar todo esto que tengo para volver a vivir esos momentos?
¿Como puedo hacer que vuelvas?
Se que es imposible.
Pero cada vez que te recuerdo.....
MIS MANOS SIGUEN OLIENDO A SARDINAS ASADAS, MIENTRAS TU PIDES ALGO DE BEBER.
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