martes, 11 de marzo de 2014


MALAS LENGUAS



Si me dieran a elegir cuando llegue mi hora, entre confesarme para descargar mi conciencia y que el ministro de Dios de turno de guardia haga su trabajo para poder cuando se jubile cobrar su retiro, ese que no es espiritual precisamente, me refiero al otro, al que alimenta el cuerpo, o dejar limpia mi casa la noche anterior,
tengo muy claro que es lo que haría, agarraría cubo y mocho de fregona, guantes, lejía, amoniaco, estropajos de todo tipo, bayetas, limpia cristales, y demás utensilios quita mierdas, y me afanaría muy mucho en hacer un buen trabajo de purificación en el lugar donde me hospedé mientras pasaba por este burdel terrenal. Porque cuando los invitados a tan kafkiano lance vinieran a acechar mi ya azulado cuerpo, solo podrán dictar un laudo, evidentemente muy sorprendidos, el de que el interprete de tan magistral obra no era otro que un fulano muy pero que muy atildado, minucioso, elegante, da igual como reflexionar sobre el, que solo ambicionó se le criticara por lo que a simple vista cualquiera que pasara un dedo sobre su féretro con la mano cubierta por un guante negro muy apropiado para la ocasión,  al mirarlo sorprendido no pudiera por mucho que se fijara  visualizar ni una minúscula mota de polvo, ese que se pega a todas partes, que entra por cualquier ranura, aunque esta vez la frase echa de "polvo eres y en polvo te convertirás" de nada iba a servir simplemente decepcionará a muchos por lo esterilizado del velatorio.
No habrá disyuntiva, solo un pensamiento absoluto.
LIMPIO ERA MUY LIMPIO. QUE NO BUENO ERA MUY BUENO, LO HABITUAL

PORQUE SEÑORES MI VIDA SI FUE O NO LIMPIA O SUCIA, BLANCA O NEGRA, ESA SOLO A MI ME PERTENECIÓ




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