jueves, 6 de febrero de 2014

MI ABUELO NO ERA MINERO



Apenas tengo recuerdos de el, siempre asocie su imagen a la del abuelo de HEIDI , corpulento, de barbas blancas, cejas y pelo muy poblado creciéndole desde casi la mitad de la frente, y eso si blanco muy blanco como la nieve antes de ser pisada.
Intento con fuerza cada día pensar un poquito en el, no quiero que ningún momento que viví a su lado se difumine o desaparezca.
Abuelo RODRIGO, aun mas grande si cabe que RODRIGO DIAZ DE VIVAR, EL CID CAMPEADOR.
Noble, integro y con unos inmensos ojos azules tan claros y limpios como su alma y su conciencia.
Recuerdo los años, o quizás fueron meses, no se era muy pequeña, solo se que en pleno invierno andaba descalza a tu lado mientras tu me agarrabas con tus fuertes y callosas manos y relatabas  historias que ahora con la edad reconozco como secuencias de tu vida, aunque entonces no entendía nada solo que jamas he vuelto a sentirme tan libre, especial, querida, respetada, y unida a un ser tan entrañable como el.
De profesión chatarrero, pero no un chatarrero cualquiera nooooo, de los de antes como diríamos ahora, de esos que recogían a pie y tirando de un carrito uno de sus perros, cartones.
Apenas nos daba para vivir, pero hay amigos míos que feliz era.
Cuando llego a la vida de mi abuelo, el padre de mi madre, apenas tengo cinco años mas o menos, no saben que hacer conmigo y termino compartiendo un tiempo de mi vida a su vera, el y yo solos, en un terreno que haría las delicias de cualquier niño ya que había tantas cosas que descubrir entre los montones de hierros, papeles, y trastos viejos apilados con tanto esmero , seguridad y amor que no eran capaces de derrumbarse sin pedir permiso.
La casa era muy humilde, el suelo de tierra, lo regábamos con agua de un pozo que sacábamos con un  cubo de goma negra en verano para que no levantara polvo después de haberlo barrido minuciosamente.
No había puerta, o quizás si ? no se, solo se que el aire movía una vieja colcha a modo de cortina la cual había apañado mi abuelo a la entrada la cual solo se movía cuando la mecía suavemente el aire, bueno eso en verano, en invierno la madera gruesa de alguna mesa rota o de vete tu a saber que, hacia la misma función pero con una salvedad, aunque nos refugiaba de las inclemencias del tiempo, el frió se metía sin ser invitado hasta el ultimo rincón de las cuatro paredes que nos daban cobijo.
Pero era tan grande el calor que desprendían esos brazos tan fuertes, esos que me abrazaban con fuerza y me calentaban mientras yo conciliaba el sueño, que jamas supe lo que era un invierno al lado de el, solo cuando me arrebataron de su lado a mi corazón le llego el hielo y la escarcha.
Nos levantábamos por la mañana, solo tenia un cuenco medio roto un vaso, un plato y una cuchara, la primera que comía era yo........ leche con pan migado muy duro que al remojarlo engordaba y eso si una cortinilla de vino tinto.
La comida era mas o menos lo mismo solo que el plato lo rellenaba con algo caliente de color marrón, otra vez pan, y el chirrin de vino tinto.
La cena era especial, siempre me daba un cuadradillo de chocolate negro.
Los días los pasaba corriendo, jugando, cantando, saltando, con los caballos de labranza y los perros que dormían con nosotros, alterando a todo bicho viviente..... pobres gallinas, pero bueno a si era y es la vida.
Me enseño a amarla, pero también me enseño que solo hay que cazar para sobrevivir, nada mas.
Cuando en pleno invierno los huevos fecundados por las cluecas eclosionaban a destiempo, mi abuelo se las ingeniaba para no perder ni uno solo de los polluelos los metía en un horno de hierro a modo de incubadora  y los criaba mojando pan ....... con...... pues con que va a ser...... VINO TINTO. Para la primavera estaban gordos y entre la miga de pan con misterio, y los bichitos que pululaban por la tierra y que no paraban de engullir y los sustos que les pegaba yo corriendo tras ellos.... pues eso, que cuando no teníamos que venderlos por necesidad y algún que otro nos podíamos echar a la boca..... vaya!!!!, estaban de chupa pan y moja.
Hay olores, sabores, sonidos, miradas..... que jamas podre olvidar, y que ademas cada vez que los recuerdo que vienen a mi mente, no solo hacen que se me escape una sonrisa este donde este, si no que hay veces que las lagrimas fluyes incontroladas por mis ojos recorriendo las ya no tan sonrosadas mejillas de aquella niña orgullosa de que su abuelo no fuera minero.
Pero como en los cuentos de hadas siempre hay una bruja malvada, en mi vida también existió ese personaje patético, mediocre, feo, infeliz que me separo del ser mas bueno, bondadoso, sabio, amoroso y entrañable que he conocido mi abuelo. El nunca renuncio a mi, siempre que podía y a escondidas me visitaba en el colegio interno donde me recluyeron para que no molestara pero que les aseguraba a la bruja y a sus engendros, una buena renta que mi padre les enviaba desde Suiza para, se suponía me dieran una buena vida mientras mi progenitor despreocupado vivía la suya al lado de una mujer que no era mi madre.
Me he desviado del tema, estaba hablando de las visitas de mi abuelo.....
dábamos largos paseos, me revolvía el pelo con sus grandes manos, me cogía en brazos, y nadie como el empujaba el columpio que casi me hacia tocar el cielo. Luego cansados me sentaba en un banco del parque y me acercaba un vasito de leche merengada con canela para recuperar fuerzas.
Nunca he vuelto a sentir en mi paladar sabor tan dulce, y si pudiera pediría volver a levantar los ojos y reflejarme en los de el por un instante mientras mis delgaditas piernas se balanceaban sin poder tocar el suelo.
SOLO A TI TE DEBO MI PEQUEÑA PARTE HUMANA.
GRACIAS ABUELO.
NADIE HA SABIDO DECIRME TE QUIERO COMO TU.

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