LOS PECES TAMBIÉN SE CHUPAN LOS DEDOS
Fue en esos días cuando me quede embelesada de un atrayente y aristócrata caballero cuyo domicilio era una lujoso palacete en pleno centro de Madrid.
El no se porque se fijo en mi y comenzó a cortejarme de acuerdo a su alcurnia y educación recibida supongo claro, todas las tardes frente al balcón de mi casa. Nunca hable con el hasta una mañana de la primavera de 1980 y fue entonces cuando escuche su voz cuando definitivamente caí rendida.
Comenzamos a dar unos platónicos paseos, sin mirarnos pero sin perder ni uno de los tonos con los que nos decíamos las palabras que surgían de una conversación entrecortada y para nada fluida, ya que el nerviosismo de ambos no nos dejaba apenas articularlas.
Entonces paso lo que inevitablemente tenia que pasar y no fue otra cosa que nos cruzáramos con unos conocidos que ni cortos ni perezosos nos sometieron al mas insólito interrogatorio:
¿Como tu por aquí?
Vivo en el mismo barrio que vosotros.
Si, lo sabemos
¿No nos presentas?
Si caro perdonar,
Francisco un amigo, y ellos son Antonio y David,
Encantado de conocerles respondió Francisco.
Se miraron a los ojos esperando a seguir hablando con alguna que otra ocurrencia por parte de alguno de los tres y cual fue mi sorpresa cuando Antonio dijo:
¿Como vas haciendo manitas como si tal cosa con semejante fulanita con el rango que tienes?
Francisco no dijo nada, pero si hizo algo que sino hubiera sido por las palabras hirientemente ofensivas que salieron de la boca de ese personaje tal vez nunca se habría atrevido a hacer , y fue cogerme por primera vez de la mano, y luego le dijo ,ahora caballero con permiso de la dama a la que tengo el placer de acompañar !si estamos los dos haciendo manitas, porque como estoy notando la calidez de sus dedos es evidente que me corresponde para su desgracia!. se despidió con un "buenas tardes" y lentamente nos alejamos de allí.
Pero no contento grito Antonio, !dime con quien andas y te diré quien eres!.
Francisco sintiéndose golpeado en su amor propio dio media vuelta, desando los pasos que unos minutos antes anduvo y cuando se encontraba junto a su provocador simplemente le miro un segundo para regresar en un lapsus a mi lado.
Volvimos a entrelazar nuestras manos, sonreímos y me hizo una promesa:
Que Romeo nunca volvería a poner los ojos en el balcón de Julieta porque nunca mas la iba a soltar de la mano.
HOY COMO HACE TREINTA Y SEIS AÑOS SIGO SALIENDO A MI BALCÓN PARA VER COMO SIGUE PASEANDO MI ARISTÓCRATA CABALLERO, Y PODER COMO AQUEL DÍA HUIR CON SU ESPÍRITU DE LA NORMALIDAD, PORQUE NADA SE ACABA HASTA QUE SE ACABA DEL TODO, Y PORQUE POR MUCHOS AÑOS QUE HAYAN PASADO JAMAS VOY A ESTAR PREPARADA PARA DESPEDIRME DE TI.
VEN UN MOMENTO
PON UNAS RONDAS DE CERVEZA Y DI A TODOS QUE ESTOY BIEN
¿Y QUE MAS?
PUES QUE ADEMAS SOY FELIZ Y NADA MENTIROSA.
LO SIENTO PERO NO CUELA.
BUENO YO LO HE INTENTADO COMO CADA AÑO.
LO SE.
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