DE VEZ EN CUANDO LA VIDA....
Andaba yo paseando por estas maravillosas calles de Madrid, esas calles llenas de historia, de igualdad, de generosidad, de acompañamiento, donde nadie se siente solo porque en Madrid la palabra soledad está prohibida, cuando cansada me senté en un banco de los de antes, esos de madera los cuales no había que anclar en el suelo porque sencillamente eran bancos para reposar, reflexionar, disfrutar de la brisa nocturna, de los amaneceres gratis, en definitiva, de que con un poco de suerte alguien que habiendo tenido la misma idea que tu, se le ocurrió sentarse en él con la esperanza de que ve tu a saber quién lo mismo se lo ocurría descansar sus posaderas en el mismo lugar, y con suerte su lengua se sintiera parlanchina, y poder disfrutar aún sin conocernos ambos de una grata, incluso me atrevería decir locuaz conversación aunque ninguno de los dos paisanos nos hubiéramos visto nunca.
Me senté, un poquito apartado de él, no por nada, sencillamente para no incomodarle de primeras, me quité el sombrero y saqué un pañuelo de algodón y no de esos de papel que una vez los usas terminas volviéndote loco para encontrar una papelera para depositarlo y me sequé el sudor. A continuación procedí a saludar :
Buenos días caballero, buenos días me respondió amablemente, y fue entonces cuando al volver la cabeza contemplé a una persona de cierta edad, y digo eso porque me sacaría unos 30 años, no quiero decir que yo sea un jovenzuelo, pero él era un poco más mayor que yo.
No eran mas de las 12 de la mañana y el sol calentaba y mucho, volví a ponerme el sombrero y no sé porqué ni como, él siguió hablándome como si me conociera de toda la vida.
Que tal esta señora, si me permite mi atrevimiento, a lo que le contesté, bien gracias, un poco sofocada y es por eso que me he sentado a reponer fuerzas y continuar mi camino.
¿Y usted que tal está le pregunté?, bien gracias fue su respuesta, y como el que no quiere la cosa, por su boca empezaron a salir palabras tan frescas y sencillas, aunque a la vez tan interesantes que eché mi espalda hacia tras y me relajé escuchando una historia tan apasionante que no me dejaba articular frase alguna, solo deseaba escuchar.
Me contó donde nació, cuantos hermanos había tenido, que se casó con una maravillosa mujer, que 4 hijos tuvo, y que ahora al final de su existencia era feliz, porque aunque estaba solo, aunque la vida había sido dura incluso dolorosa para él, sus recuerdos le seguían manteniendo vivo, y que aun a sus años....
DE VEZ EN CUANDO LA VIDA LE BESABA EN LA BOCA , Y A COLORES SE DESPLEGABA COMO UN ATLAS , LE PASEABA POR LAS CALLES EN VOLANDAS Y LE HACIA SENTIRSE EN MADRID COMO EN SU CASA.
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