domingo, 18 de febrero de 2024

ENKO

No se si se escribe así, y aunque nunca conocí a ENKO, solo sé que sin verle, sin acariciarle, sin que por un casual nuestras vidas se hubieran encontrado , sé que sencillamente su nobleza le hubiera aconsejado que esa persona que estaba paseando por su mismo camino le necesitaba, y se habría parado para que le acariciase, para que dejara descargar mi dolor sobre él, y más aliviada pudiera seguir mi camino, un camino que durante cerca de diez años su imagen, su nobleza y confianza me acompañó y continuará haciéndolo desde allá donde esté, porque también hay un lugar donde todos los ENKOS de este mundo van para recordarnos que no estamos solos, que sigamos arrojándoles juguetes para que ellos los recojan y nos los sigan trayendo depositándolos en nuestras manos para así poder seguir disfrutando del amor del más fiel de los compañeros.

Y es entonces cuando su amigo del alma pronuncia su nombre ¡ENKO!, y es entonces cuando ¡ENKO!, no tiene que mirar a ningún lado, porque sabe quién con tanto amor le está llamando, y es entonces cuando se acercan el uno al otro, y es entonces cuando una vez juntos comienza un infinito cortejo, donde sin hablar se dicen todo, donde las caricias, los sentimientos de ambos impregnan cualquier mañana, tarde o noche de cada día de sus vidas juntos.

¿ Cuantas caricias, cuantas, cuantas de ellas en la cara, las orejas, la barbilla y todo el cuerpo? ¿ cuantas?, infinitas durante todos los años de su existencia, cuanto festejo, como si fuera la primera vez que se vieran, cuanto amor y bienvenidas eternas por ambas partes, cuantos revolcones en los parques, en el jardín, en las aceras, cuantas tumbadas boca arriba esperando que ¡USTED! le rascara la tripa por muy cansado que volviera del trabajo, por muy dura que hubiera sido su jornada, porque era verlo y todas sus penas se desvanecían.

Hoy una vez más volverá a casa y podrá aunque no lo vea volver a poner su cabeza en su panza, junto a su corazón, que continuará latiendo, que continuará escuchándolo, y que en esos momentos y solo en esos momentos se fundirá junto al de él de por vida.

Sé que perdió a un gran amigo, un amigo incondicional, que en las buenas y en las malas siempre estuvo con usted, hizo más llevaderos sus días, y ahora le protegerá desde el cielo de los perros, que ese cielo si sé que existe.

Recuerde que, cuando usted salía para él todo su mundo se quedaba vacío hasta que regresaba y volvía a llenarlo con su presencia, ya que reconocía sus pasos, su voz, y siempre estaba pendiente para confortarle, para consolarle, para alegrarle la vida, y aunque se ha ido físicamente ¡ENKO! siempre le esperará porque...

ES SU AMIGO, NO SU MASCOTA, PORQUE SIEMPRE VA A ESTAR ALLÍ PARA USTED PARA CONTINUAR HACIÉNDOLO FELIZ Y ANIMARLE CUANDO SE ENCUENTRE TRISTE.

PD: Gracias ¡ENKO!, a quien no conocí pero que sin él saberlo me ayuda a sobrellevar mi dolor cada vez que usted me permite seguir viéndolo.  

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