EL ERA AYER ASÍ
Su amor era de noche, sumergido en los brillantes colores de la oscuridad, perdido en un mundo de suaves placeres, rozando la muerte cuando mas vivía.
Su amor era la noche y así lo decía, un amor tranquilo, un amor que nunca descansa, un amor puro y contemplativo.
Y se sentía vivo, lleno de vida, consciente de su existencia.
Una vida que no suponía luchar, vencer, aplastar, asfixiar, una vida atrayente y placentera.
Ese era su amor, el reino de la oscuridad mas clara, y cuanto mas oscura era la noche, mas clara era su alma, mas atentos sus sentidos, mas percibía y menos comprendía, no comprendía la vida y tampoco le importaba, no quería desesperarse, no quería perderse en conjeturas fantasmas.
En su mente confluían todas las luces del universo, una tras otra, no las entendía, pero ellas a el si le comprendían.
Inexpresivo, sentado sobre algo que le trasmitía existencia, que le trasmitía la esencia pura de la vida.
Se unía y desprendía, galopaba de estrella en estrella, descansaba al pie de los arboles mas gigantescos, se hundía en las entrañas de la tierra y resurgía.
Caminaba entre las hiervas mas aplastadas, invadía los hormigueros y revoloteaba entre las mariposas mas bellas.
Era su reino, su mundo perdido, su desconocido mundo, aunque en el habitaba.
Saltaba entre las rocas despreciando al vacío, alcanzaba las mas altas cumbres, para luego dejarse caer en el mas placentero vuelo, y no dormía, estaba dormido, soñaba y a la vez sin el saberlo vivia una bonita realidad rodeado de unas fuerzas extrañas que le arrancaban el ser rodeado por la naturaleza artificial volvía sin quererlo a su mundo, pero no sabia en aquel momento en que punto se encontraba la frontera...
Y volaba libre ensimismado esparciéndose en la noche derramando sus ansias de vida reprimida desde hacia tanto tiempo.
Entre las hojas de los arboles era viento, entre las rocas musco, entre la tierra "tierra"y en el aire "aire"...
El agua tibia mojaba su cuerpo sin mojarle, y un cosquilleo sin el quererlo le recorría de los pies a la cabeza.
Las manos ansían el aire el aire para convertirse en fina espuma.
Sus pies mojados no dejaban huella porque nada tenían que dejar.
De noche vivía rodeado de una vida irreal, escuchando los sonidos del silencio, oyendo el murmullo del amanecer haciendo el amor.
Amaba, me amaba, pero también amaba su mundo, un mundo donde siempre se encontraba el.
Jugaba a ser ratoncito recorriendo espacios ya recorridos, pero cuando volvía a la irrealidad, una paz inenarrable se apoderaba de el y no quería soltarla aferrándose con fuerza su cuerpo y sus manos al mio...
AYER EL ERA ASÍ...
ME QUERÍA.+
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