ADORMECIENDO LO QUE SIENTO
Veloz, extraordinaria y saludable, con todo el atractivo de un innato estilo envuelto en una elegancia natural, Carmen paseaba por su barrio cada día ya que para ella era su mas preciado tesoro.
Solo se ausentaba de su hogar, para ir lentamente hasta adentrarse en la gran avenida donde el autobús de las 8.30 pasaba puntual para recogerla.
Carmen no era una mas de cuantas personas tomaban a la misma hora dicho trasporte, Carmen era de esos seres de luz los cuales cuando ya no se encuentran entre nosotros físicamente, los buscamos en las sonrisas de los demás y los encontramos saludándonos.
DEDICADO A MI HIJA ANGÉLICA.
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