miércoles, 29 de julio de 2015


LAS NIEVES DEL KILIMANJARO











He tenido la buena suerte de que nunca me ha pasado, me refiero a enamorarme, aunque si encapricharme de alguien vale para puntuar, entonces si he vivido esa experiencia.
!Jo que recuerdos! sin ir mas lejos el de mi primer beso, ¿quien no recuerda esa primera vez? yo si y con nostalgia, se llamaba Baltasar, toma y fue un beso de los llamados robados, un piquito como diríamos ahora.
Salia yo de clase, tendría mas o menos unos doce años y mi colegio como muchos otros de esa época para desgracia de las chicas no era mixto.
A la derecha del pasillo las clases de las niñas, a la izquierda la de los niños, y en el recreo vigilados por las señorita Doña Antonia la cual bestia con falda de tubo super ajustada con raja por detrás y unas medias negras con raya en medio que francamente siempre me produjo curiosidad hasta donde llegaba, blusa blanca y pequeño pañuelo atado al cuello de colores vivos, con un toque femenino delicadamente ladeado hacia la derecha que con los tiempos que corrían cualquiera se atrevía a anudarselo a la izquierda, peinado clásico vamos el que las señoras llamaban "un arriba España", labios rojos, rojos, rojos, pero no rojos lo siguiente, y un perfume que cuando pasábamos delante de ella no solo nos hacia llorar de lo fuerte que lo llevaba también nos hacia toser.
Enérgica, no le hacia falta gritar para controlarnos, que va, con solo una mirada nos petrificaba incluso si eras un pelin flojo te cagabas vivo.
¿Y don Jose?, que voy a decir de D. Jose, mi primer profesor de francés, el que siempre me felicitaba y ponía de ejemplo de como debían de pronunciarse ciertas palabras como el decia, hay que hacerlo como Paloma "guturalmente".
Alto como D. Quijote, delgado, canoso, de manos finas y dedos de pianista, siempre elegante, con su traje gris, pantalón alto de cintura y corbata desaliñada, con un nudo que francamente ahora que se como se hacen, no muy estético, pero bueno así era el.
El, al igual que la profe hablaban mucho mientras las chicas jugábamos a la rayuela o a la goma,y los chicos con bolas de papel hacían lo mismo pero al fútbol, pintando con una tiza unas porterías en el patio, donde en el centro una fuente de agua no potable refrescaba el ambiente en los días calurosos del verano, que aunque para beber no serbia si para echártela  por la cara, o limpiar alguna que otra herida o arañazo cuando nos caíamos  y dábamos con nuestros huesos contra el piso de cemento irregular que adornaba dicho espacio de entretenimiento.
Era en ese lugar donde medio a escondidas  lanzábamos esas miradas de complicidad al chico o chica que nos producia un nerviosismo una intranquilidad que no comprendíamos, pero que nos hacia sentir muy especiales, eso si con un ojo, que con el otro vigilábamos a nuestros guardianes por si acaso se les ocurría echar un vistazo de repente y nos pillaban coqueteando, y eso "no hija no", no lo consentía bajo ningún concepto la santa madre iglesia.
Cuantas veces nos hemos dejado castigar para que nos expulsaran de la clase a una hora determinada y poder ver pasar a tu amor delante de ti, ya que ellos que eran mayores unos dos años mas o menos no mas, terminaban antes las clases y pasaba, te miraba, y sonreía porque estabas sentada en el suelo con los zapatos de la marca gorila, calcetines blancos, falda escocesa y polo blanco, era evidente que aunque no te atrevías a alzar la vista para verle, ya que tus mejillas estaban a punto de estallar de lo coloradas que estaban y que sin tu poder evitarlo cobraban vida propia y te hubieran delatado de haberlo hecho, sabias que tu y el en ese preciso instante habíais compartido el mismo aire y con eso ya te bastaba para estar el resto del día feliz como una perdiz.
Una de esas tardes cuando sonó el reloj del despacho de la directora anunciando que las clases de por la tarde llegaban a su fin, ordene mi pupitre en el que si echabas mano a los bajos solo te encontrabas mocos secos pegados o chicles que se confundían entre ellos, y no sabias al final cual de los dos en momentos de nervios debías o no echarte a la boca para calmarlos (me refiero a los nervios en días de exámenes).
Finalizada dicha tarea, agarre mis libros, los cuadernos, el plumier de dos pisos que en navidad me trajeron los reyes magos que no los otros, e introduje todo en mi cartera, si hombre esa que era de piel con asa y unas correas que tenias que meter por unas hebillas, apretarlas bien para dejarla cerrada y que agarre con mi mano izquierda para salir del aula hasta la mañana siguiente.
Fue entonces cuando de camino a casa de mis tíos los que por una pasta gansa que enviaba según se dice por hay mi padre desde Suiza, simulaban ocuparse de mi hermana y de mi en la calle Doctor Sanchez de Madrid, cuando escucho mi nombre...
!Hola Paloma!
¿Vives cerca de aquí?
Volví la cabeza para ver quien me llamaba por mi nombre y casi como que me muero, o lo siguiente "tierra tragame".
Era "EL", el chico que me tenia tonta, tonta, tonta, pero muy tonta.
Hola, si casi que estoy ya llegando, le dije,  evidentemente le conteste tragando saliva con la cabeza metida entre los hombros.
Se puso a mi lado el tenia las piernas mas largas que yo, era alto o me lo pareció a mi en ese momento.
Le tenia tan cerca que escuchaba su respiración.
No se lo que me estaba diciendo, no le prestaba oídos, me encontraba en el séptimo cielo, el seguía dale que te pego bla, bla, bla... fue en ese momento cuando me arriesgue y levantando mis ojos los suyos se clavaron en los míos, no se como pero al igual que ellos nuestros labios se fundieron en un beso furtivo, pequeño, inocente pero tan cálido que hoy por hoy sigo recordándolo con tanto cariño que aunque he recibido millones miles de millones diría yo de besos entre comillas de amor," como ese ninguno".
Quizas sea por eso que sigo buscandole.
No a el, que va, para nada, pero si a otro ser humano que me vuelva a hacer sentir lo que me hizo sentir alguien al que nunca volvi a ver ni siquiera al dia siguiente en el colegio.
Luego supe que era el hijo de un embajador que de paso por España le matriculo por unos meses en mi colegio y que a la mañana siguiente regresaba con sus padres a Tanzania.
Nunca le he olvidado, cada vez que recuerdo el beso que me regalo sin mas, mi vida por un instante un pequeño pero intenso instante se convierte en un arco iris.

GRACIAS TE ENCUENTRES DONDE TE ENCUENTRES POR OBSEQUIARME CON UN RECUERDO INOLVIDABLE.

TU BESO ME ANIMA HOY POR HOY A GRITAR QUE !QUIERO MORIRME VIVA!.







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