EL DICTADOR SOLO ES UN HOMBRE.
Cuatro mil trescientas treinta y seis millas marinas, delgada cinta de azules aguas que separan dos mundos bañados por el océano Atlántico, dos mundos que no son otros que España y Venezuela, unas cuatro mil trescientas treinta y seis millas marinas que se han convertido en trincheras, en una enorme y profunda barricada envuelta en alambres de espino, en una alta tensión; en la línea demarcatoria de dos mundos hermanos, de dos concepciones, de dos sistemas que pasarán a la historia por convertirse en un límite histórico.
Venezuela, una gran nación, un gran pueblo modesto, sencillo, sin vanidades pero con muchísimas ambiciones, un pueblo siempre preocupado por el futuro de sus gentes, que cree en un ideas y está plenamente convencido de la certeza de sus puntos de vista, capaz de renunciar a sus pasiones personales para que no influyan a la hora de realizar planteamientos y tomar firmes decisiones.
Venezuela, una gran nación maestra en generosidad, que cuando juzga a los demás siempre teme ofenderles, que con su magnitud y su singular poder es capaz de vencer cualquier tipo de equívocos y disipar confusiones, que aprendió a combatir desde muy temprana edad para que se respetaran sus posiciones internacionalistas y la solidaridad con el prójimo, cualidades que siempre han estado en el ADN de los hombres y mujeres que con solo mirarlos se comprende mejor su historia.
Venezuela, una gran nación que nada teme porque siempre ha podido con fuerza salir indemne de tantos y tantos peligros que la han acechado, burlándose, como algunos burlan hábilmente los fuegos de la noche de San Juan.
Venezuela, una gran nación que durante siglos su nombre se ha repetido y se sigue haciendo con admiración en todos los continentes y en todos los idiomas, un querido pueblo respetado tanto por sus amigos como por sus enemigos.
Venezuela es una bandera, y un símbolo de la humanidad a la cual debemos respetar por haber sembrado esperanza en el corazón de los humildes, creamos pues en ella, por ser un pueblo tan valiente a la hora de defender sus ideas, por ser capaces de morir por ellas, porque saben que un mundo mejor es posible, porque se sienten orgullosos de ser venezolanos, recemos pues para que toda la sabiduría y salud del mundo les acompañe para que llegue el día en el que Venezuela vuelva a quedar libre de dictadores, para que la palabra "RECONOCER" retorne a sus vidas sin que nada ni nadie les obligue a elegir como escribirla, una palabra tan importante, que se escribe igual al derecho que al revés.
¡DIOS BENDIGA A VENEZUELA!
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