UNOS GOLPES SECOS SOBRE UNA PUERTA....
Y al otro lado ¿una voz?
¡Ninguna voz!
Me vestí con traje negro y salí a la calle...
Faltaban unos minutos para las doce, y un amoroso repartidor de periódicos me comunico suavemente frente a una mesa vacía donde dos músicos bebían después de su ultima actuación, que con el amargo gusto de una simple lectura aun en la boca de ve tu a saber quien, lanzo una bolita de pan que estrategicamente dio sobre un escote, un escote que mas tarde ...
LLEGÓ A SER UN GRAN ECO DE SOCIEDAD.
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